Fantasma del Banco Nación

De noche, extrañas anomalías se perciben en la institución

Fantasmas acreditan actividad paranormal en el Banco Nación


Aunque las autoridades lo nieguen y por más que no haya quedado asentado el único registro fílmico sin precedentes sobre una presencia paranormal en el edificio situado en Plaza de Mayo, los empleados que realizan durante la noche tareas de limpieza y seguridad en la Casa Matriz del Banco de la Nación, saben perfectamente que su labor suele tener algún que otro sobresalto capaz de dejarlos sin aliento.

Es que distintas presencias fantasmagóricas suelen manifestarse en los cinco kilómetros de pasillos de la sede central del banco, con hechos a veces imperceptibles y otros que, como quedó dicho al principio, hasta tuvieron un registro tecnológico del que lamentablemente hoy parece no haber quedado vestigio, quizás por la determinación de mantener oculta una prueba concreta de lo inexplicable.

La niña fantasma que ronda la soledad de los pasillos, el misterioso hombre de negro que se desvaneció delante de las manos de un policía a punto de asirlo para su detención o las sombras susurrantes que erizan la piel de los empleados del turno noche, son tan solo algunas de las anomalías detectadas en el monumental edificio y que dan lugar a un mayor fluido de adrenalina en el personal nocturno de limpieza y seguridad.

El apunte referente al registro tecnológico desperdiciado es, justamente, el que hace referencia al espectro de una nena filmado por una cámara de seguridad interna y que ha dado lugar a las más variadas conjeturas pero que sin embargo, desde que ocurrió el episodio en el 2000, siempre encontró una postura reacia a su reconocimiento por parte de las autoridades de la institución.

“No quiero tener problemas con el laburo y aparte uno cuenta estas cosas y queda como un loco, pero en la noche se sienten cosas raras”, relató a Expedientes Secretos un empleado de una empresa contratada para la limpieza que se desempeña en el banco, a poco de entrar a cumplir con sus obligaciones.

“Es como todo, algunos compañeros te comentan que sintieron un ruido, algo que los rozó o imaginan que los están mirando y cuando vos estás ahí, solo, te das cuenta que ahí adentro -dijo señalando desde una de las paradas de colectivo ubicada sobre Rivadavia, a 50 metros de la entrada principal del banco- algo raro pasa”.

Solos en la madrugada

 Expedientes Secretos no pudo constatar que el fantasma de la niña haya vuelto a aparecer con la magnitud que lo hizo a fines de 2000, cuando la cámara número 4 del circuito cerrado de seguridad interna del banco registró la presencia de una nena con una muñeca en sus manos, transitando los pasillos del segundo piso en un horario en el que las dependencias destinadas a personal jerárquico allí situadas ya hacía horas que estaban vacías.



El personal de seguridad llegó al lugar y por más que buscó no encontró a nadie en el piso, como así tampoco las cámaras de la red de la cual una, la mencionada número 4, había registrado la anomalía que no encontró explicación oficial ni en ese momento ni ahora. Sin embargo, para estudiosos en los fenómenos paranormales, la hay.

Los más incrédulos argumentan que al no haber quedado ese registro fílmico que se fue junto con la empresa de seguridad privada contratada en ese momento, se está en presencia de nada aunque sí admiten que en torno de la situación se generó un “radiopasillo” retroalimentado con las historias incomprobables aportadas por el personal nocturno.

No obstante, los conceptos utilizados para desbaratar las presencias fantasmales en el Banco Nación son también utilizados por los que sostienen que en mayor o menor medida los episodios anómalos lejos están de perder vigencia: desde el 2000 hasta ahora por lo menos cambiaron diez veces las empresas de seguridad y limpieza, pero no por ello mermaron las referencias en torno a la actividad paranormal.



El caso de la niña fantasma mereció incluso en su momento la redacción de un cable de la agencia noticiosa Reuters y el hecho alcanzó notoriedad cuando un periodista que por entonces se desempañaba en Radio El Mundo, Enrique Zemborain, recibió un correo electrónico que alertaba de los hechos extraños que ocurrían en el Banco Nación.

La repercusión de la investigación realizada por Zemborain en torno a los fantasmas del Nación eclipsó un importante acuerdo que debía firmar ese mismo día el entonces presidente de la institución, Enrique Olivera, con el Banco Mundial, en épocas en que la economía argentina generaba más miedo que una multitud de terroríficos aparecidos.

Depósito de ánimas

Pero lo que quedó sobre la superficie a raíz de esa cobertura periodística es que no solamente la niña fantasma se había manifestado como hecho anómalo, sino que existían otros episodios no menos traumáticos como el del policía de la Federal que detuvo a un hombre vestido de negro que finalmente se evadió desvaneciéndose en el aire.

Ese caso había ocurrido tres años antes del de la niña fantasma y el uniformado de esta historia sufrió una aguda crisis nerviosa a raíz de la situación que también fue mantenida como un secreto de estado hasta que tomó trascendencia.

Independientemente de estos dos casos “top” y de los de menor magnitud que se hayan generado en el edificio del banco, la visión de dos investigadores de fenómenos paranormales consultados por Expedientes Secretos le dio un razón de ser a tanto misterio acumulado.

El edificio donde se levanta el banco en la manzana de Rivadavia, Reconquista, Bartolomé Mitre y 35 de Mayo fue, en épocas de la colonia, un enterratorio que no sumó buena imagen aun cuando dejó sitio elegido como última morada de algunos vecinos fallecidos.

Como lo reconocen incluso algunos historiadores, ese solar donde hoy está afincado el Banco Nación fue conocido como el “Pozo de las Animas”, del cual en los Siglos XVIII y XIX hay registro de episodios inexplicables atribuidos a fantasmas y aparecidos que pululaban por el lugar, el cual era evitado por viandantes nocturnos que transitaban la zona.

Quizás resida en ese enterratorio del pasado la razón de las extrañas manifestaciones que se dan en el banco donde, sin que lo perciban, el trabajo de un empleado de limpieza o de un vigilante nocturno puede ser supervisado cualquiera de estas noches por una niña, un hombre de negro o vaya uno a saber cuántas almas aún errantes de los tiempos de la Buenos Aires colonial.







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